LA COLUMNA DESNUDA
Vamos mal
Aníbal Lozano
A los destructores de la radiotelevisión pública no les ha entrado más furor en tiempos de crisis que A) aplicar un Expediente de Regulación de Empleo que en muchos casos es un puro camuflaje para cargarse cualquier atisbo de quien procure una crítica, una idea para compartir o una consecuencia del conocimiento y B) derrochar un presupuesto desconocido para cambiar la imagen corporativa del medio y así justificar que el cretinismo tiene consistencia en este país. Lo de RTVE es siniestro, pero el adjetivo caracteriza a sus responsables, nombrados - por cierto- para el cargo según el arte de convertir en tecnócratas supuestamente progresistas a verdugos de la razón. No es la primera vez que tras una primera legislatura al PSOE le remueven en la siguiente los intestinos algunos fulanos que de pronto aparecen tras la mampara de lo desconocido y adquieren el master en gestión devastadora del pensamiento. No es la primera, ya digo, por lo vivido y contado de otros tecnócratas que al amparo de algún valedor de la organización del partido se hacen con el poder de ostentar los medios públicos y convertirlos en el modelo a seguir de la vulgaridad y la bazofia según el reconocido título que este país viene en otorgar a la telebasura.
La pasada semana, coincidiendo con el final de agosto, se despedía por orden de la superioridad de Radio Nacional “La noche menos pensada”, el programa de Manolo H.H. a quienes los madrugadores y veladores del insomnio apreciábamos y entendíamos por lo abierto, instructivo, relajante, ameno, discursivo, crítico y elegante que durante años y todos los días diferente, procuraba a los ciudadanos un mensaje cultural. Meses antes, los depredadores del mismo ente público se cargaban de un plumazo “El club de la vida”, el programa de Loles Díaz Acedo que cumplía sábados y domingos con un servicio de información, divulgación y entretenimiento esencial para los mayores –y para otros que éramos tantos- sin que nada ni nadie tome el testigo de cuanto representaba indudablemente también como servicio público. La razón esgrimida ha sido la misma, justificar el famoso ERE en el que uno no sabe si los sindicatos han elevado su cinismo a la enésima potencia o les han vendado los ojos con miel y mermelada. Lo que sí parece claro es que si esto es así, no sé que hace el señor Corbacho como ministro de Trabajo cuando declara tajante que uno de los grandes errores de nuestro días en crisis pasa por haber permitido el asunto de las prejubilaciones (¿), entonces, ¿a qué viene tanto cuento raro en RTVE para dejar en casa a quienes cumplen los cincuenta sino es solapar la caza de brujas, aniquilar el espíritu crítico de profesionales y dotarla de una nueva imagen bajo un gasto espantoso y una denominación ineficaz, raquítica, falsa, nula, ínfima e infame?.
Vamos mal
Aníbal Lozano
A los destructores de la radiotelevisión pública no les ha entrado más furor en tiempos de crisis que A) aplicar un Expediente de Regulación de Empleo que en muchos casos es un puro camuflaje para cargarse cualquier atisbo de quien procure una crítica, una idea para compartir o una consecuencia del conocimiento y B) derrochar un presupuesto desconocido para cambiar la imagen corporativa del medio y así justificar que el cretinismo tiene consistencia en este país. Lo de RTVE es siniestro, pero el adjetivo caracteriza a sus responsables, nombrados - por cierto- para el cargo según el arte de convertir en tecnócratas supuestamente progresistas a verdugos de la razón. No es la primera vez que tras una primera legislatura al PSOE le remueven en la siguiente los intestinos algunos fulanos que de pronto aparecen tras la mampara de lo desconocido y adquieren el master en gestión devastadora del pensamiento. No es la primera, ya digo, por lo vivido y contado de otros tecnócratas que al amparo de algún valedor de la organización del partido se hacen con el poder de ostentar los medios públicos y convertirlos en el modelo a seguir de la vulgaridad y la bazofia según el reconocido título que este país viene en otorgar a la telebasura.
La pasada semana, coincidiendo con el final de agosto, se despedía por orden de la superioridad de Radio Nacional “La noche menos pensada”, el programa de Manolo H.H. a quienes los madrugadores y veladores del insomnio apreciábamos y entendíamos por lo abierto, instructivo, relajante, ameno, discursivo, crítico y elegante que durante años y todos los días diferente, procuraba a los ciudadanos un mensaje cultural. Meses antes, los depredadores del mismo ente público se cargaban de un plumazo “El club de la vida”, el programa de Loles Díaz Acedo que cumplía sábados y domingos con un servicio de información, divulgación y entretenimiento esencial para los mayores –y para otros que éramos tantos- sin que nada ni nadie tome el testigo de cuanto representaba indudablemente también como servicio público. La razón esgrimida ha sido la misma, justificar el famoso ERE en el que uno no sabe si los sindicatos han elevado su cinismo a la enésima potencia o les han vendado los ojos con miel y mermelada. Lo que sí parece claro es que si esto es así, no sé que hace el señor Corbacho como ministro de Trabajo cuando declara tajante que uno de los grandes errores de nuestro días en crisis pasa por haber permitido el asunto de las prejubilaciones (¿), entonces, ¿a qué viene tanto cuento raro en RTVE para dejar en casa a quienes cumplen los cincuenta sino es solapar la caza de brujas, aniquilar el espíritu crítico de profesionales y dotarla de una nueva imagen bajo un gasto espantoso y una denominación ineficaz, raquítica, falsa, nula, ínfima e infame?.
Buen detalle: en tiempos de crisis surgen vampiros. E hipócritas.
EL ADELANTO. Salamanca. 5 de septiembre de 2008. Página 2.