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viernes, 6 de mayo de 2011

Imborrable Katy Montes


Sucedió hace un mes y ayer Mercedes Riesco me da la noticia de la muerte de Catalina Montes, ‘Katy’. Nacida en Valladolid, (ella no percibía cuándo) era profesora emérita de la Universidad de Salamanca donde alumnos y quienes no lo fuimos conocimos en los años de transición la ternura en su palabra y la belleza de su conocimiento. En aquel tiempo de ajustes con la literatura algunas clases de Filología Inglesa se poblaban de espontáneos ajenos a la lengua de Sakespeare pero ávidos de indagar en los andamios de Virginia Wolf, Joyce, Faulkner, Hemingway y John Dos Passos. Las clases de los hermanos Coy, Antonio López, Román Álvarez y Catalina Montes eran lugar de encuentros de literaturas y amores comparados. Esta mujer que irradiaba humildad y sonrisa por los poros era especialista en Literatura Norteamericana e indagó los intersticios y las tripas, la amistad y la enemistad entre Hemingway y Dos Passos que le llevó a un mítico libro que explora la condición humana, materia en la que sin querer, aun sabiendo de ella, fue después una mujer de luz en la más terrible tenebrosidad. Antes, Hemingway, que había sido testigo de la decepción del radicalismo de Dos Passos en la guerra española, había trazado un cruel retrato de éste en el personaje de Richard Gordon en “Tener y no tener”. La causa del autor de “Manhattan Transfer” tenía su explicación cuando conoció el encubrimiento por los comunistas del vil asesinato de su amigo y traductor José Robles. Hemingway había ido a la guerra como aventurero y protegía infamias y no la veracidad. ¿Quién iba a decir a Catalina Montes que aquella razón de su libro sobre la ignominia en la guerra española pocos años después aparecería en su vida en torno a la verdad y la memoria ante otra ignominia?.
En la madrugada del 16 de noviembre de 1989, en la residencia de la UCA de San Salvador fueron vilmente asesinados los jesuitas españoles Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín Baró, Segundo Montes, Amando López, Juan Ramón Moreno, el salvadoreño Joaquín López y López, el ama de llaves Julia Elba y su hija Celina Meredith Ramos. (Entre paréntesis, recientemente, Eloy Velasco, juez de la Audiencia Nacional de España, se declaró competente para investigar a 14 militares salvadoreños a los que imputa los delitos de asesinato terrorista y contra el derecho de gentes. Entre ellos hay cuatro ex generales entre los que destaca el que fue ministro de Defensa, Humberto Larios, y el jefe del estado mayor del Ejército, René Emilio Ponce, dos coroneles, tres tenientes, dos sargentos, un cabo y dos soldados. El ex presidente Alfredo Cristiani no será juzgado por un delito de encubrimiento, que no tiene 'persecución universal'). Fue cuando desde la amargura y esperanza, Catalina Montes encendió entonces la luz sobre las palabras, creó la ‘Fundación Segundo y Santiago Montes’ y emprendió una ingente labor humanitaria. En la ciudad que recibe el nombre de su hermano asesinado se levantan hoy seiscientas casas, existe la segunda Biblioteca más grande del país y se ha incorporado una ambulancia medicalizada que ha salvado numerosas vidas. ‘Katy’, sin perder de vista sus clases de Salamanca, centró en Valladolid la actividad tan colosal que fue perjudicando su salud pues nunca renunció a la fortaleza que alimentaba su trabajo devolviendo su sonrisa frente a las dificultades. Sin olvidar el eco de T.S. Eliot, hace apenas un mes asistió a una lectura poética de Ángel Fernández Benéitez y Tomás Sánchez Santiago.
Imborrable mujer, ‘Katy’.