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jueves, 11 de septiembre de 2008

EL PODER JUDICIAL

Quizás el mejor de los métodos para despolitizar la Justicia sea precisamente el declarar como político de pleno derecho la génesis del Consejo General del Poder Judicial, el órgano que tiene en sus manos la posibilidad de armonizar lo vetusto con las necesidades actuales sin perder el rumbo en la impartición del Derecho. Algo difícil. Y a las pruebas nunca peor puede remitirse uno al conocer la multa que el actual CPJ ha impuesto al juez que permitió que un convicto en libertad asesinase a una niña, sin enterarse de la reclamación que pesaba de él por delitos impunes.
El hecho de que ahora los jueces hayan sido nombrados por los partidos políticos, seleccionados como jugadores de un equipo que ha de conferir justicia y no imagen, (o puede que sí, o puede que todo a la vez, según sea la imagen que de la Justicia se dé o se quiera dar o se imponga o se vote más allá de la mitad más uno o decida el voto de calidad del Presidente del mismo consejo, en fin, todo se andará y cierro paréntesis) y el hecho de que los jueces aparezcan ante la opinión pública queriendo ser independientes pero sin serlo, que es como ser otra cosa sin pretenderlo pero llevando un adjetivo encima y una cadena debajo, no parece, pese a todo que sea buen síntoma para pensar en un futuro próspero a, ante, bajo la lectura de la Ley y su interpretación. Podrá decirse, sin embargo algo sutil. ¿Y cuándo los jueces han sido independientes? ¿Y por qué habrían de serlo? ¿No tienen voz si dejan de serlo o aparentan que lo han dejado o lo dejan de ser para regresar al mismo sitio después?. ¿Y no tienen voto? ¿Y no llevan crítica sus apreciaciones, gusto, incomodidad, santo y seña por éste o por aquel? ¿Y, en definitiva, no parten del mismo Estado y su conocimiento en un poder como el Judicial cuya base se sustenta además en la Ley que regula el Legislativo, o sea el mismo que ahora los ha elegido según el acuerdo al que después de años han llegado los equipos contendientes?. ¿Pues entonces?. Lo extraño es que extrañe. Y no. No debe de ser así, como por otra parte ni sus señorías jueces ni sus señorías parlamentarias debieran de tratar de confundir al personal con fórmula química según la cual toda ideología se disuelve cuando la imagen comporta una base que procura una nueva sustancia. No. Hasta ahí, no. Los experimentos, con gaseosa.
Una vez en el Maestro Ávila, el genial Marcelino pasó por el laboratorio queriendo hacer gominolas y el olor a pis quedó impregnado en la campana del patio. Ahora bien, si todo esto es así, ¿Por qué de una vez por todas los ciudadanos de este país no acabamos por elegir directamente a los jueces si en el fondo lo que se ha hecho es camuflar un detalle electoral?.
(EL ADELANTO. 12 DE SEPTIEMBRE DE 2008. Pág.2)

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