Mientras el prelado de Tarazona lamenta que el libro del gran teólogo José Antonio Pagola “Jesús aproximación histórica” (PPC, 2008) se venda como rosquillas (y no es para menos, pues lleva ocho ediciones) uno ha buceado en las profundidades de su lectura y al acabar, cierra el libro pero no aquélla, pues quedará abierta su reflexión como asunto cotidiano. No estamos sólo ante una historia revelada en la investigación en fuentes hebreas, latinas, griegas y arameas sino ante un compromiso de esperanza. Tampoco se trata estrictamente de la lectura histórica –como pretendían asegurar desde el Vaticano con temor y sin amor antes de haberlo leído-; más allá el libro de Pagola no se aparta un solo instante del Cristo de la fe. Y he ahí el misterio y también el miedo a poseerlo. Si una investigación exhaustiva proclama el espacio y el tiempo, los personajes y sus temores, sus recelos, los hechos y los olvidos, las miserias y los conflictos humanos, al cabo lo que se desprende es la gran pegunta inicial: “¿Quién fue Jesús?”.
El secreto de este galileo fascinante que irritaba a unos y a otros, que curaba y bendecía los errabundos en tránsito hacia la nada, que sentaba sobre una limpia parábola el peso del amor y no del odio, históricamente existió y lo que produjo fue la gran impresión que dio lugar a lo revelado después en el tiempo. Pagola investiga las fuentes de los evangelios sinópticos, los apócrifos y detalla ese documento Q que sirvió de base para casi todos ellos si exceptuamos al del amigo Juan. Una lectura histórica sencillamente impresionante, pero precisamente porque tras ella queda el fondo del abismo donde crece la fe en un Cristo resucitado y misericordioso. Si el gran libro comienza con tal interrogante, concluye con una respuesta inequívoca. “Por toda la eternidad, Dios hará lo mismo que hacía su Hijo por los caminos de Galilea: enjugar las lágrimas de nuestros ojos y llenar nuestro corazón de dicha plena”. ¿Era este el miedo de la nueva inquisición?. Mas bien lo que tal terror esconde es la esencia de fe en Jesús.
Acaso hay lecturas que uno tendrá siempre, como “Oliver Twist”; que nunca olvidará, como “Ulises” y hay revelaciones de lo que creíamos perdido entre la luz y las palabras.
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