Vistas de página la semana pasada

domingo, 27 de febrero de 2011

El tiempo y los Conway

“El tiempo y los Conway” de J.B.Priestley. Dirección y escenografía: Juan Carlos Pérez de la Fuente. Versión: Luis Alberto de Cuenca – Alicia Mariño


Reparto: Luis Martín, Nuria Gallardo, Alejandro Tous. Juan Díaz, Chusa Barbero, Débora Izaguirre y Ruth Salas. Teatro Principal. Zamora

viernes, 25 de febrero de 2011

El cartel de Ana Zaragozá: Zamora Semana Santa 2011

En un verbo, hemos pasado de la civilización de la palabra a la civilización de otro lenguaje y sin preguntar ahora qué clase de civilización deja de ser más humana resulta que un cartel sigue siendo un grito en la pared. Esta vieja definición se debe a alguien que pasaba por allí, cerca del Moulin-Rouge, mientras Tolusse-Lautrec dibujaba unas piernas en el escenario con apagando su melancolía en alcohol, como el pianista de Billy Joel. Se explica en la Facultad de Bellas Artes que el emblema fue antes que el cartel y claro, cómo no, fueron los griegos los que utilizaron una cabra para anunciar una lechería y el dibujo de Baco para recordar a los filósofos que tras el ágora había una taberna. Llegó la xilografía que para entonces supuso otra revolución como la de ahora y salió el que se considera primer cartel ilustrado e impreso – nada es por casualidad- que anunciaba “El Gran Perdón de Nuestra Señora de París”. No es mala expresión, la del grito en la pared, por cuanto si el medio es el mensaje y con la crisis del ladrillo no haya pared donde pegar uno -responsable la empresa anunciadora-, todo sea que el cartel de la Semana Santa de este año confirma este argumento. La obra de Ana Zaragozá con la imagen de La Soledad y una delgada línea de rojo sobre negro dramatiza regando una orquídea esperanzadora y emociona pues posee significante y significado. O sea, es un lenguaje, un grito.

No es un detalle al uso recordar que cada cual vea lo que quiera en un mensaje colectivo. La gramática de los sentimientos en ninguna página cuenta cómo tiene que comportarse la expresión pues de cada uno depende de lo que imprima su propia emoción, su inestimable conciencia y no hay notas que valgan para adecuar lo que uno tiene o no que sentir. Por tanto, permítaseme, que sin haber pasado esta semana por el gabinete en crisis de mi propio Freud, me refiera al impresionante cartel donde uno vislumbra el terrorismo machista, la violencia y crueldad sobre la mujer, ese eufemismo denominado violencia de género, la dureza de una realidad que asola sólo en este año, dos meses sin cerrar, once asesinatos de víctimas frente a la nada y la soledad absoluta que recoge precisamente el motivo de su creación. Así que tenemos el significante y el significado, las relaciones sintagmáticas y las paradigmáticas para recordar la génesis del lenguaje y nos encontramos, antes que nada con la fuerza de una dualidad que el cartel de Ana Zaragoza motiva: el signo y el símbolo. Veamos otro significante para el mismo significado: el de la rebelión de las mujeres frente al machismo de las cofradías y en el entreacto el papel del Obispo, a quienes la vergüenza y la estulticia no permiten aceptar una realidad indeleble como es el reconocimiento de la cofradía de las mujeres de La Soledad. Y queda en La Soledad misma una expresión en la oración ante la ausencia: “Oh tú, primera y extrañísima creación de su Amor” que Dámaso Alonso evocó.

Cumple esta hermosa obra la función social al que se refería un día Renau cuando diferenciaba entre cuadro y cartel según la reacción psicológica del público. Lo hermético de una espléndida imagen clama en el espíritu por devoción en unas gentes o meditación en otras, y trasciende un eco interior desde las señas de identidad como un grito en una pared.



domingo, 6 de febrero de 2011

Crítica de Teatro: El extraño viaje

Hermoso reto teatral



“El extraño viaje” (Basada en la película de Fernando Fernán Gómez)


Reparto: Victor Ullate, Juana Cordero, Guillermo Montesinos,


Juana Andueza, Ana Villa y Mar del Hoyo.


Escenografía: Anna Tusell e Ikerne Giménez. Iluminación: Felipe de Lima


Dirección: Gabriel Olivares



Decía Jean Cocteau que el espejo tenía que reflexionar antes de proyectar la imagen. Quien quiera ver en este espléndido asunto teatral el reflejo de la mítica película en que se basa y a partir de ahí sopesar la comparación es muy libre de hacerlo pero está perdido. No es el espejo proyectado sobre los géneros, porque el reclamo de lo que firmó Fernando Fernán Gómez está en la historia y este otro extraño viaje es una espléndida y aguda parodia no sólo de lo que motiva el enredo, el crimen y el desenlace sino una pirueta tras otra en torno al mismo teatro: el guiño al vodevil desde la mejor comedia española partido por dos, el humor y una brillante estética evocadora del esperpento. En este tiovivo dramático tienen mucho que ver varias cosas: una buena adaptación de una película memorable, una escenografía cuidadísima e innovadora, una magnífica interpretación y una hábil dirección de Gabriel Olivares que ha arriesgado la química de las emociones y que el público firma con su aprecio.

El reto era llevar una película al teatro cuando lo sensato es lo segundo, pasar “Las bicicletas”, “La gata” o “El tranvía” o ya no digamos la novela al cine, dado que el hecho narrativo apoya lo que venga después; pues no. Lo que aquí vemos tiene fuerza por la misma índole teatral en que se desarrolla, un espacio escénico móvil en torno a geometrías y luces y apagones donde unas siluetas de gatos, perros y mirones siguen el curso narrativo de los personajes. Tal originalidad hace que la comedia pase al comic demostrando que el blanco y negro no sólo el cine podía firmar. Hay guiños, pues el “Pasapoga” sobre Berlanga gravita en esencia y hay guiños al teatro de hondo calado, Mihura, entre tinieblas. A la acción falta quizás, un poco de ritmo, cuestión de rodaje. O, mejor dicho, representaciones, pues en “El extraño viaje” el espectador encontrará la emoción de palpar la hermosura del teatro, el factor humano de papeles que vibran por la credibilidad del oficio de quien los representa, momentos memorables como esa magnífica Juana Cordero asistiendo al pase de modelos de un granuja en manos de Victor Ullate que da buena talla o la vis espléndida de ese gran actor que es Willy Montesinos culpable además de adaptar con éxito este reto al que, sin duda, esperan los Max. Afortunado el público de Zamora pues recordará el estreno cuando del viaje se hable.