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miércoles, 26 de noviembre de 2008

Candilejas: Ángel Campos Pámpano

Candilejas: Ángel Campos Pámpano

Ángel Campos Pámpano





La muerte –ayer mismo- del poeta y amigo Ángel Campos Pámpano (San Vicente de Álcantara, 1957 – Badajoz, 2008) además de sentir el zarpazo nos ha devuelto el retorno por un instante a la Facultad de los tiempos de la transición. Se ha hablado y escrito del hecho político que la universidad transmitía en la calle pero no es menos cierto que quizás más implacable era la vida intelectual dentro y fuera de las aulas sobre cuyos pilares se basa la olvidada transición precisamente, el puente a la democracia y los valores humanos, la tolerancia y la diversidad de ideas y juicios, el valor de la palabra sobre la violencia y la manifestación estética de unas vanguardias literarias que ante todo eran creativas y sugerentes. En la Facultad de Filología de Salamanca se fraguaban en la última parte de los setenta, un Aula de Teatro como el Juan del Enzina por donde pasaba la vida cultural en todas sus manifestaciones e incluso encerronas. Y también se fraguaba desde el Palacio de Anaya la fundación de revistas, como “Zurguén”, dirigida por el también poeta José Diego (hoy profesor en Barcelona) y “El Callejón del gato”, al amparo de Ángel Campos Pámpano por donde andaba una suerte varia de poetas hoy espléndidos literatos, José Luis Matilla, Quías Blanco, -como no Tomás Sánchez Santiago-, la palabra también hermosa de Fernando R. de la Flor, la poesía sonora de Jaime Siles –hoy a afortunadamente de vuelta a Salamanca-, y la de otros inevitablemente desaparecidos como Claudio Rodríguez, Javier Ángel Marigómez o no digamos Aníbal Núñez. Por allí andaba también la juventud de Gonzalo Alonso-Bartol, Marochi Vicente, Miguel Figuerola y la sombra de quien siempre recibía, Gonzalo Torrente Ballester, años antes de que el autor del “Don Juan” metiera la gamba con lo del “botín de guerra”.
Ángel Campos Pámpano tenía su doble en los heterónimos de Fernando Pessoa: Alberto Caeiro, Álvaro Campos y el inolvidable Ricardo Reis cuyas odas fueron el motivo de su primera traducción. Se casó con Carmen a quien dedicó su propia Lisboa y fundó una gran revista literaria como “Espaço escrito” consiguiendo además el Premio Nacional de Traducción y ampliando su palabra a los libros de Eugenio de Andrade o de Sophia de Mello cuya traducción de “Nocturno” es una maravilla. No será posible que recoja otro premio en Extremadura, pese a que su palabra esté caliente aún ante su amigo y poeta Álvaro Valverde. Fue Pámpano también uno de los primeros en acercarse a un tal José Saramago, cuando nadie hablaba del autor de “Memorial del Convento”. Pero Pessoa siempre ha estado en el fondo como el denominador de estudiantes que fueron un día de portugués y hoy lo son de Filología comparada, como Concha Baéz, otra salmantina, en la Universidad de Vigo. “Lisboa, bajo el celaje tenue del otoño, es casi un cuadro cubista tendido en la ladera” había escrito Ángel de la ciudad blanca. Reverberando algunas otras cosas, hace quince años Ángel Campos Pámpano hizo que la Diputación de Salamanca realizara un homenaje a la obra de Aníbal Núñez teniendo como voz la presencia de José Ángel Valente y la complicidad de su viejo amigo Suso de “Hydria”
Fue valedor Ángel de una palabra que ocupa su sitio en la memoria.

jueves, 6 de noviembre de 2008


Todo es posible



Has tenido que cumplir cincuenta años para que veas a un negro en la Casablanca y sientas que al decirlo ni tú ni los que te lean o escuchen lo entienden como racismo, sino como todo lo contrario, porque la intención es la de la misma dignidad humana y la descripción de lo que dices evoca la memoria de Martin Luther King según la cual “todos los hombres deben de ser juzgados por sus capacidades y no por el color de su piel”.
Han pasado años e incluso muchas generaciones que dejaron todo en el camino –el mismo doctor King a quien leías antes de otras cosas- no han podido ver lo que tú ahora tienes ante ti, lo que se da en llamar un momento histórico. Si alguna vez ese dicho tiene razón de ser, circunscribiendo su significado al momento presente y no al pasado es ahora, cuando “todo es posible”. Esto sí forma parte de la historia, aunque sea en minúscula, porque afecta a millones de personas motivadas por los derechos civiles, necesitadas para ser tenidas en cuenta, golpeadas hasta la saciedad por injusticia y desamparo. No sabemos si en el fondo cambiará algo pero algo ya ha cambiado, aunque en la geografía profunda del sur que en las películas protagonizan un sheriff bruto, cuatro holgazanes y un hatajo de cobardes salpicados de odio y mentiras y en cuyas carreteras daría miedo que se te acabase la gasolina haya votado el mismo racismo que les porfía. Son como cadáveres vivientes ante la herencia de Bush, es la gran infamia libre de sospecha sobre lo que él mismo emprendió: una guerra sin cuartel, bestial y profunda sin venir a cuento, cuya resaca sufrimos ahora en todo cuanto nos rodea, aquí y allá, dentro y fuera de donde se toman las decisiones y se juega con el mundo como Chaplin lo hizo con un globo para desmontar con ironía la crueldad de un sanguinario. Entonces, ¿Cómo no todo va a ser posible?. Incluso las palabras hermosas de McCain en la derrota ante Obama han tenido lugar. Con algo que nos quede, es suficiente, con la ilusión de Obama y la solidaria manifestación de júbilo por algo que quizás no tarde en cambiar aunque no llegue a cambiar del todo pero en el reto para intentarlo queda la misma capacidad por ilusionarse ante la crisis y sentir lo que trasciende como en el resto del mundo, país por país, lugar por lugar, rincón por rincón. Ese es al menos el común denominador que uno ha encontrado a través de internet conjugando un verbo con esperanza. Por tanto, que falta hacía -pero a ver quien le pone el cascabel al gato- que todos los medios de comunicación españoles nos advirtieran que no estamos en crisis y desembarcaran en la jornada electoral USA como si se tratara de un mundialito o de otro descubrimiento de la América de Colón en el postre. Ha debido de haber más periodistas españoles que senadores proclamados, y ello quiere decir que una de dos: o estamos locos o esto es jauja. ¿A quién le explica hoy la prensa para qué sirven las nuevas tecnologías sino para procurar la inmediatez informativa?.
Por eso, todo es posible.

jueves, 18 de septiembre de 2008

El periodismo y la parábola (En torno a la obra de Eduardo Galeano)

En diciembre de 1997, con motivo de un especial que TRIBUNA de Salamanca preparaba en torno al profesor de esta Universidad Julio Vélez, -a quien tanto le hubiera apasionado este Congreso- tuve la satisfacción de recibir una colaboración a tal fin del escritor Eduardo Galeano. Lo titulaba “Para la Cátedra de Antropología” y se hacía eco en unas líneas que leeré –por tanta memoria añadida– más tarde, del sentido que ha impregnado toda su obra: la consistencia entre la literatura y la dignidad humana. Se ha escrito que la obra de Eduardo Galeano se propone “violar alegremente las fronteras de los géneros literarios y asomarse al universo desde el ojo de una cerradura para revelar la grandeza de lo que parece insignificante y denunciar la mezquindad de lo que parece grande”[1]. No está lejos esta definición del contenido de su equipaje pero el escritor del que hablamos tiene, además, una huella insoslayable con el periodismo y esa es a la que humildemente quisiera referirme.

Asistimos a la desaparición de un siglo que vertebra en otro la llamada “teoría de la globalización” y la denuncia de los derechos humanos es noticia si se constata su peso específico en la muy actual crónica de sucesos; así el país más desarrollado del mundo aspira a tener un presidente sentado sobre el furor que le produce la pena de muerte, así el escritor se pregunta: “¿La historia se repite? ¿O se repite sólo como penitencia a quienes son incapaces de aprenderla?”
[2]. Es la reflexión de quien, en un hermosisimo libro, nos ha legado un ensayo sobre la escuela del mundo al revés.

En Eduardo Galeano se concita no ya el periodista que irrumpe en la redacción y se salta el tráfico de lo “políticamente correcto” sino quien aborda desde la pirámide del convencimiento el compromiso de una actitud vital, en un tiempo en que el periodismo es considerado género literario como De Quincey consideraba el asesinato como una de las bellas artes. Si no es así, es denuncia o es crónica y la sociedad lo premiará con el Pulitzer. Por ello, en un tiempo en que la gestión de los géneros está limitada por la estética y sembrada por los mecanismos percutores de una clasificación endogámica, sorprende que este escritor, desde el periodismo, haya asumido la tarea de investigar desde la médula del origen las voces que aún no hallan respuesta ante la barbarie histórica y lo haga precisamente desde el lugar donde otros escritores perdieron, acaso por su complicidad, la razón de su credibilidad.

Solo así podría entenderse que en un siglo donde han proliferado las autobiografías, biografías y autohagiografías, nos encontremos con una trilogía como Memoria del fuego donde el valor de las fuentes es la voz de lo que era perdido y la palabra del escritor el empeño de su naturaleza: la comunicación. Estamos ante una obra donde el periodista emplea el sentido más inmenso de la palabra documentación, la sincronía y diacronía como oficio, la historia y la crónica como material de trabajo y la palabra de inmensa claridad como factor impermeable entre el escritor y la sociedad a la que se debe. Así la obra de Eduardo Galeano nos acerca, con la fecha de la historicidad al viaje más intenso que es aproximarse a la verdad. ¿Qué otra memoria se nos desvela en Memoria del fuego sino la de la historia de la humanidad comprimida en el disco duro de la ignominia?

Ya en “Los nacimientos”, el primer volumen de esta trilogía, se nos descubre la primera palabra venida de América y que hace relación a la vecindad de esta Universidad por su propio protagonista. Así relata Galeano el hecho que titula, precisamente “1495. Salamanca”


Elio Antonio de Nebrija, sabio en lenguas, publica su “Vocabulario español-latino”. El diccionario incluye el primer americanismo de la lengua castellana:
Canoa: Nave de un madero.
La nueva palabra viene desde las Antillas.
Esas barcas sin vela, nacidas de un tronco de ceiba, dieron la bienvenida a Cristóbal Colón. En canoas llegaron desde las islas, remando, los hombres de largo pelo negro y cuerpos labrados de signos bermejos. Se acercaron a las carabelas, ofrecieron agua dulce y cambiaron oro por sonajas de ésas que en Castilla valen un maravedí”
[3].


La fuente es parte de la historia y la historia se deja sentir en la actitud del escritor. Del segundo viaje nos llega el eco de la experiencia de Miquele de Cuneo:


“Desde el castillo de popa de una las carabelas, Colón contempla las blancas playas donde ha plantado, una vez más, la cruz y la horca”
[4].


Una de las cosas más sorprendentes de Memoria del fuego es el experimento de su configuración. La historia tratada como materia en el laboratorio de la constatación de los hechos. La narrativa actual está acostumbrada –salvo muy raras excepciones– a servirse de una documentación elaborada hacia la construcción de un personaje, bien para inmortalizarlo unas veces, mal para inmortalizarlo casi siempre. El caso de Eduardo Galeano ante el uso de las fuentes consultadas, es digno de estudiarse como aspecto sustancial de una obra delicadísima en el conocimiento de las huellas. Huellas que por otra parte configuran no sólo el aspecto de un suceso sino la correspondencia universal de ese testimonio. “Ojalá –escribe Galeano– Memoria del fuego pueda ayudar a devolver a la historia el aliento, la libertad y la palabra. Soy un escritor que quisiera contribuir al rescate de la memoria secuestrada de toda América, pero sobre todo de América Latina, tierra despreciada y entrañable: quisiera conversar con ella, compartirle los secretos, preguntarle de qué diversos barros fue nacida, de qué actos de amor y violaciones viene”.
[5]

No existe un solo aspecto temático, un solo monólogo, existe lo que el escritor descubre desde su propia conciencia, lo que gravita en la función del periodista como la voz del diccionario: “Recordar: del latín re-cordis, volver a pasar por el corazón”. Es curioso observar cómo las lenguas se ocupan de esa transmisión entre corazón y memoria. Tal como en inglés by heart o en francés à coeur , son verbos que necesitan como recordar la función de los sentimientos, para que el escritor explore, desde su propio significado, el trasunto de la lengua, denunciando del olvido la ausencia de memoria. La utopía sería un argumento si el mundo fuera al revés, tal como Eduardo Galeano concibió el libro Patas arriba. En él, la realidad no se escapa de los hechos cotidianos y son estos precisamente los que sirven en bandeja la actualidad de las aberraciones humanas:


“El machismo y el racismo beben en las mismas fuentes y escupen palabras parecidas. Según Eugenio Raúl Zafarroni, el texto fundador del derecho penal es El martillo de las brujas, un manual de La Inquisición escrito contra la mitad de la humanidad y publicado en 1546”.
[6]


¿A quién importara tal detalle?. Pues bien, no sorprende que en el ensayo Galeano nos acerque a la primera fuente que el autor encuentra sobre “racismo y machismo” en el peculiar Libro del Eclesiastés:


“Vale más la maldad de hombre que bondad de mujer”
[7]


Si la documentación es una fuente de primera magnitud para el escritor que nos ocupa, es el sentido universalizador, la capacidad de hacer del hecho un referente es lo que en la obra de Eduardo Galeano acontece con el sentido de parábola en su acepción geométrica y me refiero a esa otra geometría que se ocupa no de la ciencia sino que se desprende de la geografía humana, la historia de las civilizaciones. El dato inicial se convierte después en la exploración intuitiva que recorre una lapicera vertiginosa mientras la palabra toma el eco de una pregunta inquietante que perturba el orden establecido.

Así es El libro de los abrazos: la celebración de la voz humana:
“Cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad de decir, a la voz humana no hay quien la pare. Si le niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por los poros, o por donde sea”
[8].


El compromiso del escritor encuentra una actitud sublime con el Siglo del viento que le ha tocado vivir. La historia de la depravación más absoluta que llega hasta nuestros días es la denuncia del terror sistemático que Eduardo Galeano no ha dejado de denunciar en toda su obra. La fórmula está –como el mismo dice– fuera de todos los géneros: “No creo en las fronteras que, según los aduaneros de la literatura, separa a los géneros”
[9]. En los primeros meses del año 2000 el juez español Baltasar Garzón admitía a trámite la apertura del proceso contra los generales argentinos corresponsables de la época de terror. Pues bien, sirva el documento de la carta del banquero Rockefeller felicitando al dictador Videla que Galeano rescata para la memoria de la humanidad para cerciorarnos dónde se encuentra el papel del escritor en su tiempo:


“Le agradezco –dice el magnate– que se haya hecho tiempo para recibirme durante mi reciente visita a la Argentina. No habiendo estado allí durante siete años, fue alentador ver cuántos progresos ha hecho su gobierno durante los últimos tres años, en el control del terrorismo y en el fortalecimiento de la economía. Lo felicito por lo que ha logrado y le deseo todos los éxitos para el futuro”
[10].


El capítulo al que se refiere lleva como único documento la emotiva y espantosa misiva. La fuente del escritor es la Revista “El periodista” núm. 71, Buenos Aires, 17 al 23 de enero de 1986. Si lo hago constar es porque el autor utilizó 475 fuentes diferentes para escribir el último volumen que da consistencia de obra magnífica a la trilogía Memoria del fuego.

Galeano quería ser jugador de fútbol, pero sólo jugaba bien, y hasta muy bien al parecer, mientras dormía. La ironía se traslada, como en el cuento de Benedetti al lenguaje de la bola y el arquero. Aún así, la obra de Eduardo Galeano se nos antoja como la parábola –otra vez la palabra comparece para explicar el sentido geométrico de los sentimientos– en torno a la pasión devoradora, el sueño de los imposibles y el negocio actual por donde la corrupción puede pasar por encima y el mundo sigue andando. Reparo en el libro como objeto de deseo y también como parte sustancial del equipaje literario del autor que nos conmueve:

“En el fútbol profesional, como en todo lo demás, no importa el delito si la coartada es buena, Cultura significa cultivo. ¿Qué cultiva en nosotros la cultura del poder? ¿Cuáles pueden ser las tristes cosechas de un poder que otorga impunidad a los crímenes de los militares y los saqueos de los políticos, y los convierte en hazañas?. –Continúa Galeano– El escritor Albert Camus, que había sido arquero en Argelia, no se refería al fútbol profesional cuando decía: Todo lo que sé de moral se lo debo al fútbol”
[11].

Días atrás, el periodista y escritor Eduardo Haro Tecglen escribía en una de sus columnas habituales los siguiente:

“La historia es un género de ficción que comienza a novelarse desde que ocurre el suceso, y a recibir versiones y censuras desde los minutos siguientes”.
[12] No es casualidad que estas cosas se digan a veces desde los periódicos cuando los historiadores están demasiado ocupados en hacer transcender a los poderosos, los políticos a ellos mismos y la gente común somos el número que contribuye a salpicar la estadística de ciencia más o menos exacta pero efímera. El papel sin género de la obra de Eduardo Galeano se aproxima a esta visión parabólica según la cual el efecto de la historia se aproxima desde la conciencia de los pueblos. Ya en los orígenes primarios, ya en el llamado siglo del viento, la catársis es la misma. Si en la Inquisición se torturaba, los capitanes argentinos, uruguayos, guatemaltecos, chilenos, bolivianos han recogido el testigo de la barbarie y esa es la causa a cuyo compromiso la obra de un escritor adquiere la legitima razón de su dignidad.

Y concluyamos.

Todos los mensajes de Eduardo Galeano los firma la cabeza de un cerdito animado que en su boca lleva una flor. Así, Para la Cátedra de Antropología, nos llegó:

A través de los campos y los tiempos, marchaba el tren desde Sevilla hacia Morón de la Frontera. Y a través de la ventana, el poeta Julio Vélez contemplaba, con ojos cansados las arboledas y las casas que huían en ráfagas, verderías y blancuras tantas veces vistas.
Sentado frente a Julio, iba un turista. El turista quería practicar su dificultoso español, pero Julio andaba quién sabe por dónde, buscando alguna certeza que se le había ido, alguna palabra o mujer que se le había perdido.

-¿Usted es andaluz? - preguntó el turista.
Julio, ausente, asintió.
Y el turista, intrigado, insistió:
-Pero si es andaluz, ¿por qué está triste?.


La parábola de Eduardo Galeano se había encontrado con la vida cotidiana. Entre la ficción y la realidad, fuera de las aduanas de los géneros queda la obra de quien fuera redactor jefe del semanario “Marcha”, director del diario montevideano “Época” y fundador de la bonaerense “Crisis”. Acaso la parábola del periodismo buscaba en su mesa de trabajo la geometría, el centro donde concitan la conciencia y la dignidad de la palabra.




[1]Amares. Eduardo Galeano. Alianza Editorial. Madrid, 1993
[2]Patas arriba. La Escuela del mundo al revés. Eduardo Galeano. pp., 216. Segunda Edición, Madrid, 1998.
Memoria del fuego. “1 Los Nacimientos”. Eduardo Galeano. Novena edición, 1985. Siglo XXI Editores, Madrid.
[4]Memoria. pp. 58
[5]Memoria, pp. XV.
[6]Patas., [pp.70].
[7]Patas., [pp.72]
[8] El Libro de los abrazos. Eduardo Galeano. pp. 11. Séptima edición. Siglo XXI.España. [De ahora en adelante será citado como ABRAZOS].
[9]Memoria. pp XV.
[10] Memoria. pp 298.
[11]El fútbol. Sol y sombra. . Eduardo Galeano. Primera edición, Agosto 1995. Siglo XXI Editores, Madrid.
[12] “El País”. VISTO Y OÍDO. Eduardo Haro Tecglen. Sábado 24 de junio de 2000. Pág. 85.

jueves, 11 de septiembre de 2008

EL PODER JUDICIAL

Quizás el mejor de los métodos para despolitizar la Justicia sea precisamente el declarar como político de pleno derecho la génesis del Consejo General del Poder Judicial, el órgano que tiene en sus manos la posibilidad de armonizar lo vetusto con las necesidades actuales sin perder el rumbo en la impartición del Derecho. Algo difícil. Y a las pruebas nunca peor puede remitirse uno al conocer la multa que el actual CPJ ha impuesto al juez que permitió que un convicto en libertad asesinase a una niña, sin enterarse de la reclamación que pesaba de él por delitos impunes.
El hecho de que ahora los jueces hayan sido nombrados por los partidos políticos, seleccionados como jugadores de un equipo que ha de conferir justicia y no imagen, (o puede que sí, o puede que todo a la vez, según sea la imagen que de la Justicia se dé o se quiera dar o se imponga o se vote más allá de la mitad más uno o decida el voto de calidad del Presidente del mismo consejo, en fin, todo se andará y cierro paréntesis) y el hecho de que los jueces aparezcan ante la opinión pública queriendo ser independientes pero sin serlo, que es como ser otra cosa sin pretenderlo pero llevando un adjetivo encima y una cadena debajo, no parece, pese a todo que sea buen síntoma para pensar en un futuro próspero a, ante, bajo la lectura de la Ley y su interpretación. Podrá decirse, sin embargo algo sutil. ¿Y cuándo los jueces han sido independientes? ¿Y por qué habrían de serlo? ¿No tienen voz si dejan de serlo o aparentan que lo han dejado o lo dejan de ser para regresar al mismo sitio después?. ¿Y no tienen voto? ¿Y no llevan crítica sus apreciaciones, gusto, incomodidad, santo y seña por éste o por aquel? ¿Y, en definitiva, no parten del mismo Estado y su conocimiento en un poder como el Judicial cuya base se sustenta además en la Ley que regula el Legislativo, o sea el mismo que ahora los ha elegido según el acuerdo al que después de años han llegado los equipos contendientes?. ¿Pues entonces?. Lo extraño es que extrañe. Y no. No debe de ser así, como por otra parte ni sus señorías jueces ni sus señorías parlamentarias debieran de tratar de confundir al personal con fórmula química según la cual toda ideología se disuelve cuando la imagen comporta una base que procura una nueva sustancia. No. Hasta ahí, no. Los experimentos, con gaseosa.
Una vez en el Maestro Ávila, el genial Marcelino pasó por el laboratorio queriendo hacer gominolas y el olor a pis quedó impregnado en la campana del patio. Ahora bien, si todo esto es así, ¿Por qué de una vez por todas los ciudadanos de este país no acabamos por elegir directamente a los jueces si en el fondo lo que se ha hecho es camuflar un detalle electoral?.
(EL ADELANTO. 12 DE SEPTIEMBRE DE 2008. Pág.2)

sábado, 6 de septiembre de 2008

Manolo HH y otras cosas

LA COLUMNA DESNUDA


Vamos mal


Aníbal Lozano
A los destructores de la radiotelevisión pública no les ha entrado más furor en tiempos de crisis que A) aplicar un Expediente de Regulación de Empleo que en muchos casos es un puro camuflaje para cargarse cualquier atisbo de quien procure una crítica, una idea para compartir o una consecuencia del conocimiento y B) derrochar un presupuesto desconocido para cambiar la imagen corporativa del medio y así justificar que el cretinismo tiene consistencia en este país. Lo de RTVE es siniestro, pero el adjetivo caracteriza a sus responsables, nombrados - por cierto- para el cargo según el arte de convertir en tecnócratas supuestamente progresistas a verdugos de la razón. No es la primera vez que tras una primera legislatura al PSOE le remueven en la siguiente los intestinos algunos fulanos que de pronto aparecen tras la mampara de lo desconocido y adquieren el master en gestión devastadora del pensamiento. No es la primera, ya digo, por lo vivido y contado de otros tecnócratas que al amparo de algún valedor de la organización del partido se hacen con el poder de ostentar los medios públicos y convertirlos en el modelo a seguir de la vulgaridad y la bazofia según el reconocido título que este país viene en otorgar a la telebasura.
La pasada semana, coincidiendo con el final de agosto, se despedía por orden de la superioridad de Radio Nacional “La noche menos pensada”, el programa de Manolo H.H. a quienes los madrugadores y veladores del insomnio apreciábamos y entendíamos por lo abierto, instructivo, relajante, ameno, discursivo, crítico y elegante que durante años y todos los días diferente, procuraba a los ciudadanos un mensaje cultural. Meses antes, los depredadores del mismo ente público se cargaban de un plumazo “El club de la vida”, el programa de Loles Díaz Acedo que cumplía sábados y domingos con un servicio de información, divulgación y entretenimiento esencial para los mayores –y para otros que éramos tantos- sin que nada ni nadie tome el testigo de cuanto representaba indudablemente también como servicio público. La razón esgrimida ha sido la misma, justificar el famoso ERE en el que uno no sabe si los sindicatos han elevado su cinismo a la enésima potencia o les han vendado los ojos con miel y mermelada. Lo que sí parece claro es que si esto es así, no sé que hace el señor Corbacho como ministro de Trabajo cuando declara tajante que uno de los grandes errores de nuestro días en crisis pasa por haber permitido el asunto de las prejubilaciones (¿), entonces, ¿a qué viene tanto cuento raro en RTVE para dejar en casa a quienes cumplen los cincuenta sino es solapar la caza de brujas, aniquilar el espíritu crítico de profesionales y dotarla de una nueva imagen bajo un gasto espantoso y una denominación ineficaz, raquítica, falsa, nula, ínfima e infame?.
Buen detalle: en tiempos de crisis surgen vampiros. E hipócritas.
EL ADELANTO. Salamanca. 5 de septiembre de 2008. Página 2.

jueves, 24 de enero de 2008

In memoriam: Riszard Kapuscinski (*)


Se cumple un año de la desaparición de Riszard Kapuscinski, el periodista polaco que enraizaba la conciencia de la vida en la literatura y el periodismo con el compromiso de su razón de ser. No es fácil atisbar desde la misma ventana la realidad que se nos procura ante nuestros ojos, la de aquí, la de esta mujer incendiada en plena juventud por la ira y el terror en Alcalá de Henares, lo que la convierte en la ¿última? víctima de esa barbarie que nos asola y que nos acostumbra al eufemismo del terrorismo doméstico y la otra violencia de más allá, la de Gaza y los errabundos en tránsito hacia la nada, como pensó Faulkner de otros miserables. O sea que la mirada es difícil y a lo que nos acostumbra se diluye entre el vacío de unas políticas cuyo referente de cara a la realidad de los hechos las hace vacías, incongruentes, insensibles y cínicas. La mirada entonces de un periodista como Kapuscinski nos enseña a penetrar en el hecho mismo, sin quedarse uno fijo y estático en la mera observación. De toda su inmensa obra, especialmente anotaría que leyesen –si no lo han hecho- una crónica como Ébano , nombre que de por sí abre las puertas de África en el corazón humano. No es una novela, no es un libro de viajes, es la presencia de la palabra entre latidos que uno va sintiendo como propios y los hace necesariamente cercanos.
África no es sólo –es verdad- la historia de las guerras, las revoluciones falseadas, los golpes de Estado por concurso de colonialismos europeos, sino la intrahistoria de los rostros y las gentes que luchan por sobrevivir día a día, sabiendo que si otro día llega eso será algo tan diferente como extraordinario. No, no está lejos de nosotros África. Nunca lo estuvo y menos ahora. Por tanto, la mirada de este hombre sobre la realidad cotidiana es la que nos asola comúnmente alrededor de los días y de nuestra memoria. He ahí los Viajes con Heródoto, que trasciende sobre la lectura épica siglos después para armonizar el sentido que adquieren los tiempos como iguales y no como espacios tan diferentes; eso es algo que nos convierte en cómplices y no en autómatas de lo que vivimos.
Es esa una complicidad para la razón y para creer que, por ejemplo, el llamado terrorismo doméstico, la cruel y despiadada violencia machista late hoy en nuestra vida con una ley que fracasa, por cuanto no se aplica. Kapuscinski lo enseña.
(* PUBLICADO EN "EL ADELANTO". 25 DE FEBRERO DE 2008)